sábado, 2 de noviembre de 2019

POESÍA VERSO LIBRE


  Edwin Antonio Gaona Salinas

ECUADOR


PIDO LA PAZ POR LA VIDA

 

Las vasijas cuelan improperios

y los labios siguen detonantes,

para cuando les toca gruñir

el picante de sus néctares.

 

Afrodita onírica en mi babel de llagas

ulula a la deriva por sus fronteras

y concilia mis dermis solitarias

en su madeja de culpas negras…

 

De súbito me pide, Antíope la nueva,

la de cirugías impensables,

que la desvista con las yemas anulares,

y me esconda en sus perversidades,

para domarme en pedrería y diamantes,

y llevar el cetro a la locura.

 

Muchos van robados entre hipocresías…

Ametrallan al corazón con la discordia

y talan la matriz de la inocencia

en este terruño de volcanes,

donde los discursos martianos

muerden con la agenda oculta.

 

Quieren dejarme esclavo en su olimpo de maíz,

donde mis genuflexiones olvidadas

tienen erectas las rodillas,

y los dedos atónitos

tocan donde el púlpito

le hace venia al flagelo,

como los indeclinables y cabizbajos luceros.

 

La paz se mulle en los avernos exclusivos.

Me absorben las llamas y las cascadas

con su gehena atómica

cómplice de sus intereses compuestos.

Flamígero velo desposa mi vientre,

con una cantata diseminada

en las ondas de los quince mil vientos,

por las lenguas, de los treinta mil estreses.

 

Cuelga la piñata del festín

con banales tintes y azucares sensitivas…

Las trampas, hierros proverbiales y hablantes,

de botas soberbias y hermanos corazones.

Los viejos huyen del melanoma y de la diabetes,

me nombra la tarde en los turpiales pasajeros,

el sol se nutre de celofán y lentejuelas

y me petrifico frente a la voz,

para pedir libertad…

Si, para probar paz…,

y aunque la piedra y el mango de la azcona

me vuelva a encadenar…

Pido paz.

Y protesto, por la venta del remedio.

 

Aunque esmirriados los genes,

rescaten luz primitiva y la cadena me culpe…,

no importan los grilletes. Vuelvo a pedir Paz…

Irrisiones se pegan en las ventanas

de los ángeles descendidos,

corre la burla, se malgastan adjetivos,

sucumben entre la parodia del bum

y el real escape del latido

huye al despertar atómico …

 

Entonces me vuelvo a levantar

y pido paz. Me cae la ballesta,

reto al cadalso… me revoluciono,

subo a la carroza, levanto el brazo

y pido a voz de montaraz

que el pelotón no nos fusile… y nada.

Ahora me doy cuenta de que seguimos fusilados,

a pesar de las ilusiones…

Trágicos histrionismos siguen atornillando el alma.

 

Todos miran al panóptico de la vida

con los ojos cósmicos, con el asesar de potro

y caen vencidos en sus finas hipocresías.

Caídos, vítrea límpida la úlcera

con espasmos de orcos, asidos a los mendaces.

Luego a término de locura, para ser ciegos

siguen su laminilla de versos,

rimando con las lenguas

ocultas tropo mialgias,

con el mismo tarareo, que no sabe cuál nota tocar:

Si las jarchas de la despedida

o los salmos apesadumbrados

de un día que sigue siendo neófito…

 

¿Dónde muero…? Pregunto 

y pido ir con esta venda,

y me vuelvo vertical, seráfico,

murmurador de sendas decrepitas,

abstemio de lujurias, asténico de alma,

para pedir paz... Mas las flores me miran resentidas,

con la premonición de volverse a secar.

 

Retomo el tarareo

y en mi mondo, mondo,

mejor propongo,

con el talán, talán,

que me va talando.

 

Y va la luna en su plata

sobre la noche distante,

y cantan sueños las dianas

con todo el frío al rocío.

 

Fruta de cuna la lana,

canto de niño con cielo,

toda la cumbre se mese…,

trenza suspiros el río.

 

Cobre de soles con flama

cuece en calor la cebada,

dulce el maná de la nana,

prende sonrisas al crío.

 

Calma la llama del alma

dando señales de suerte,

crujen los perros fantasmas

donde descansan las armas…

 

¡Clamen humanos con calma…!

¡Quiten del siglo vestiglo!

Así como duermo en la rama,

¡pido la paz por la vida!

RESUMEN

 

En la pequeña árnica va mi alma.

Tanto peso de una vida de tropiezos,

de ensimismadas aguas de río,

suscitadas de la catarsis de demonios

pisoteando las orillas, asechando mis bondades,

con esos reflujos y evocaciones a la injusticia,

que pesan como recuerdo en mis células viajantes.

 

Cuán moribunda vuela mi árnica.

En esa pequeña lana, van mis despojos

después de haber sido resumidos a alma,

filtrados por la intriga celestial,

con la carga nocturna de engaños humanos,

con esas tardes pobladas de miserias.

Ahí va libre, con ínfulas que solo azota el viento.

Con esas abrazadas aguas de marinero

de puerto esperanza,

de portal y beso en amor lejano,

amenazadas de cancerberos,

de arena muerta, de esparcida cosmogonía,

que solo anhela más viento para ir.

Quizá venga un poco de polvo del que fui carne,

del que el anatema embriagó en el pulpito,

expropiando con exorcismos mis demonios sencillos.

No tumbó mi cuerpo el puñal ni el plomo,

lo tumbó la lágrima de tus rocíos,

azuzada a matar con las befas del tártaro

que no son nada en otros corazones,

y sin embargo, fueron mi veneno.


SE BUSCA UN HIJO…

 

El cielo débilmente blanco,
apaciblemente enfermo,
escéptica la mueca al madero del crucificado,
los labios en los senos que los seca el tiempo,
la guedeja lánguida con la noche de sus hojas
y los ojos un torrente de apetencias diluvias
formando el lagrimal de océano
donde van todos los que lloran…
Allá mismo van,
a esa cierta mortandad
donde ladra el siglo decadente
inyectado de locuras.
Tantas acucias, locos insomnios,
vergeles deístas,
dioses con muarés de laca y sedalina
en plena ganga de comedia,
mirando las cosas serias
de humanos perjudicados.
Ellos tartufos electrocutados,
mascotas de sus credos
con burlas de zancadilla y mofas.
La víctima del cebo homicida,
vagabundo en busca de la fosa.
Acuciantes émulos en orales salmos imaginarios
mordidos a la reja, al pecho fronterizo y al alma.
El paso embriagado con lengua dispersa,
pudenda desnuda en la cara triste de la locura,
la noche derriba la peana
donde yace como flor cortada.
Cada corazón frotando olíbano para sanar el alma
con olivares por dentro en las noches de unción,
con los cátodos difuntos y los beodos al aire.
Una mirada global, empedernida busca:
Alcalinas fumarolas marchitando las pupilas.
Neo correría, frontal balanza de oro curada,
con la mano en la cuenta, desfalco provena
en las noches desesperadas.
Ósculos rojos y lobos imaginarios…
Vampiros monetarios en la limosna,
Las debacles de la zona cero andantes.
Hidras en Banco de capitales y corazones rotos.
Despeadas almas de carpinteros voladores.
Los nutricios en sueños, las niñas ni zuecos…,
coturnos hablantes con los pulgares ajados.
Riachos oscuros, amarguras inmundas volando
con historias feéricas del cuento pasado.
La ofrenda vestal sin retorno de abundancia,
jaras rozadas por la penumbra y la ola.
Los metales trémulos entre el molino
de los sudores y los halos del brujero,
la cara de los ojos niños en la cara yerta
con ronzares de glotonería
hasta el fin de las monedas.
Luego las mentes a las voladas,
al negocio de los mártires
con hipogrifos escondidos.
Las caras vacías en las noches emergentes,
fragmentos de conciencia con nubosos absurdos,
con las sílfides ausentes,
alas rotas sin recuerdos
de cuando la vida era aurora,
rocío y arrebol,
mirando las estelas y las luciérnagas amigas…
Ahora, ese ahora perverso,
hiere a la madre en sus pétalos otoñales,
no tiene florilegio, ni día, ni calma
por los pasos de su sangre,
sangre sin destino
que no sabe, cuándo volverá.
Sangre de la noche que nadie
sabe curar...
¡Si ves en el camino
un alma errante…!
Quizá tu mano le pueda salvar.

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